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Resido en Lima, Perú

Comencé mis estudios de teatro en el siglo pasado, allá por los años setenta. Durante dieciocho años recorrí diversos escenarios, realizando todo tipo de tareas: actué a diario, y en ocasiones, los domingos y feriados hacía dos funciones, principalmente como mimo. En ese tiempo, organicé una escuela en la que enseñé, y también una compañía, la Sociedad del Silencio, con la que creé, coreografié y dirigí. A mediados de los noventa, decidí dejar definitivamente la actuación para convertirme en empresario y productor de eventos, representando a artistas.

Hacia el final del siglo, decidí llevar una vida más estable y cambiar de rumbo hacia los negocios. Sin embargo, poco después recibí invitaciones del Instituto Charles Chaplin y de la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático, seguidas por otras instituciones y universidades. Así, durante los siguientes veinte años me dediqué a compartir mi experiencia en el teatro, escribir ocasionalmente y, sobre todo, a estudiar.

miércoles, 25 de septiembre de 2024

Preguntas frecuentes

Ante la pregunta «¿Qué es el mimo?», suelo responder que es un arte. El arte, como lo entiendo, se compone de tres dimensiones esenciales: la idea, que es la representación mental de algo; la técnica, que implica la destreza adquirida mediante el conocimiento y aplicación de ciertas reglas; y la creación, el acto de materialización de algo nuevo.

En cuanto a por qué elegí ser mimo, mi respuesta es «sencilla»: interpretamos el mundo visible e imaginamos lo que no lo es. Cuando nos centramos en la realidad, buscamos el origen, la causa y el sentido de las cosas, y así construimos el cuerpo de la ciencia. Pero cuando nos entregamos a la imaginación, algunos no podemos resistirnos a ser gobernados por esa tirana que manipula situaciones y distorsiona nuestras ideas, generando una cháchara interior que, en la mayoría de las personas, podría conducir a la locura. Sin embargo, por razones que desconozco, algunos logramos convertir ese caos en mundos posibles. Digo que es una explicación «sencilla» porque, al fin y al cabo, la ciencia no existe sin imaginación, así como el arte no se sostiene sin método.

¿Enseño? Ocasionalmente, a grupos pequeños; tres o cuatro participantes.

¿Dónde, cuándo, etcétera? Si está interesado —y no se trata solo de entusiasmo pasajero—, en la columna de la izquierda encontrará un formulario de contacto.